Todas las primaveras, el Teatro de Burbujas del Bello Kazuo y la Bella Ike se instala en el pueblo de la peque\a Kukiko. Hasta que un dia Kazuo e Ike deciden retirarse. Kukiko nunca consigue olvidar esa magia de su infancia. Dos semanas despues de cumplir veinte a\os, se reencuentra con Kazuo. El tiempo fue despiadado con su belleza. Su dentadura apenas conserva seis piezas carcomidas. Tampoco tiene pelo, camina con esfuerzo. Mientras conversan y beben un te horrible, en una casa amarilla junto a un arbol de nueces, el Viejo Kazuo la mira con su ojo bueno mientras el otro, el de vidrio, permanece oculto por la sombra. Kukiko no puede evitar enamorarse. O quiza su amor siempre estuvo ahi, esperando agazapado a que el tiempo que los separaba se hiciera mas peque\o. Ese hombre tiene una historia para contar, al amparo de un te intomable. Hay historias de amor tan crueles como el te que no se puede rehusar, aunque obligue a contener las arcadas. Ella no debe interrumpirlo. Puede irse, puede cerrar los ojos y dormir si se aburre, pero no debe detener el relato de su amor condenado con Ike. En la tradicion del Ukiyo monogatari, el clasico del a\o 1600 que ense\a a disfrutar los placeres de esta vida sin pensar en ma\ana, Martin Sancia Kawamichi construye una historia de deseo y urgencia, donde pezones oscuros como moras, o como datiles, o como almendras asadas, hacen estallar burbujas magicas que deberian rebotar y abrirse paso sin romperse por pueblos o ciudades, atravesar nieves, brumas y bosques. Miguel Sardegna
Ukiyo
$22.000
Autor: Martín Sancia Kawamichi
Editorial: También El Caracol
Páginas: 332
1 disponibles
Descripción
Todas las primaveras, el Teatro de Burbujas del Bello Kazuo y la Bella Ike se instala en el pueblo de la peque\a Kukiko. Hasta que un dia Kazuo e Ike deciden retirarse. Kukiko nunca consigue olvidar esa magia de su infancia. Dos semanas despues de cumplir veinte a\os, se reencuentra con Kazuo. El tiempo fue despiadado con su belleza. Su dentadura apenas conserva seis piezas carcomidas. Tampoco tiene pelo, camina con esfuerzo. Mientras conversan y beben un te horrible, en una casa amarilla junto a un arbol de nueces, el Viejo Kazuo la mira con su ojo bueno mientras el otro, el de vidrio, permanece oculto por la sombra. Kukiko no puede evitar enamorarse. O quiza su amor siempre estuvo ahi, esperando agazapado a que el tiempo que los separaba se hiciera mas peque\o. Ese hombre tiene una historia para contar, al amparo de un te intomable. Hay historias de amor tan crueles como el te que no se puede rehusar, aunque obligue a contener las arcadas. Ella no debe interrumpirlo. Puede irse, puede cerrar los ojos y dormir si se aburre, pero no debe detener el relato de su amor condenado con Ike. En la tradicion del Ukiyo monogatari, el clasico del a\o 1600 que ense\a a disfrutar los placeres de esta vida sin pensar en ma\ana, Martin Sancia Kawamichi construye una historia de deseo y urgencia, donde pezones oscuros como moras, o como datiles, o como almendras asadas, hacen estallar burbujas magicas que deberian rebotar y abrirse paso sin romperse por pueblos o ciudades, atravesar nieves, brumas y bosques. Miguel Sardegna