Reseña El Zorro Chuleta

El zorro chuleta es un libro álbum que desde el lenguaje visual y textual se construye en base a la sensibilidad estética, siendo esta una habilidad inherente al paradigma bajo el cual este tipo de lecturas infantiles queda acuñada: la multimodalidad, entendida como el predominio de la visualidad frente a la palabra, sin que esa relación pueda disociarse, lo que entrega la posibilidad de experimentar en la lectura una polisemia icónico-verbal. 

De esta manera, la relación imagen-texto cobra materialidad en las formas que van produciendo sentido en el álbum desde un inicio con el lenguaje paratextual como, por ejemplo, las guardas que ilustran el interior de una sandía. Rojas y con puntos-pepas negras, el inicio y término del álbum circulan por el mundo interior del zorro Chuleta, personaje que emprende un viaje por el bosque en busca del Valle Vegetariano con el fin de asistir a una fiesta que celebran otres animales. 

El mundo interior del zorro se presenta mediante una voz narrativa interesante, ya que si bien hay un narrador en tercera persona, que describe las acciones, este también cede la voz al protagonista, que cuenta su sentir respecto al arquetipo animal que representa. Entonces, la historia comienza con la presentación del zorro Chuleta como amante de los libros, las sandías y las fiestas. Es decir, es un personaje que sale de la norma de su arquetipo (no come conejos ni gallinas) y es justamente a través de la diferencia en sus rasgos caracterizadores el aspecto que invita a ejercitar el pensamiento reflexivo y crítico en les lectores sobre la importancia de respetar y aceptar la diferencia como un aspecto positivo y constructivo, deconstruyendo las normas por las cuales se estructura la visión adultocéntrica sobre a la infancia. 

Ahora desde el punto de vista de la visualidad, la originalidad de las ilustraciones constituyen un lenguaje estético en sí mismas, se alejan de estereotipos de género y dan un tratamiento artísitico tanto en la paleta de colores desplegada (verde, rojo, amarillo, azul) como en los trazos y planos en función de graficar la belleza de la naturaleza como fuente de inspiración del zorro, personaje que se muestra sensible al estar rodeado de alimentos sanos (es vegetariano) que mantienen su espíritu sano: plátanos, zanahorias, papas, sandías, además de un libro que hace de intertexto con la obra Rebelión en la granja, de Orwell. 

El viaje del zorro va transcurriendo por el bosque hasta que Chuleta llega a divisar una balsa en la cual están les demás animales disfrutando la fiesta. Por eso, el zorro saca sus binoculares (lámina 9) y hace un enorme zoom (primer plano) hacia el centro de la fiesta que ve desde lo alto del bosque. Este recurso visual, va formando la sensibilidad estética en les pequeñes lectores, ya que de la lámina 9 y 10 en adelante se utilizan viñetas para graficar en secuencia de imágenes, las diferentes acciones y momentos de la fiesta con sus integrantes como si fuera un gran puzzle: Julia, la delfina Dj, el hipopótamo Jan, Teo el mono, los ratones Jonson, Renata y Rockyfeler, Kramer el mapache, etc. 

Nos encontramos, entonces, ante la grandeza de lo pequeño, con la importancia de la experiencia sensorial al ser Chuleta un personaje que contempla la mayor parte de la narración textual-visual su mundo cotidiano en el bosque con animales. Esto da como resultado que la organización estética del álbum se construya tanto de recursos narrativos (intertextualidad, polisemia) como visuales (diferentes perspectivas, imágenes narrativas) entregando un ritmo ágil, jugoso y divertido, tal cual es la fiesta que disfrutan les demás animales. 

Una de las características más importantes de un libro álbum es que en su configuración da importancia al dominio de la imagen y este aspecto en El zorro chuleta queda plasmado través del primer silencio narrativo que se presenta con una tremenda ilustración (lámina 17 y 18) del zorro rojo en la cima de una montaña verde junto a una carpa azul, rodeado de sus artículos de camping y, por supuesto, una sandía. La función de la imagen es igual de potente (lámina 19 y 20), continuando con el silencio narrativo con la caída de la noche, cambiando la luz y contraste de los colores nocturnos con la llama de una fogata. Estas ilustraciones silentes de texto terminan con la deslumbrante y colorida ilustración (apaisada) del zorro acostado en el verde con la mitad de una sandía roja en la mano (lámina 29 y 30).

De lo anterior, la tensión narrativa se omite en una analépsis dando espacio al complemento por parte del lector y lectora de la historia. Esto, por medio de las interpretaciones e inferencias respecto al dominio de la visualidad, entregando frescura y dulzor a la historia, ya que el zorro para vencer el miedo de ser rechazado, se le ocurre la idea de confeccionar diversos disfraces de animales con el fin de ocultar la especie que representa. Entonces, siguiendo en la línea de romper estereotipos, Chuleta crea en una máquina de coser disfraces de animales sin obtener buen resultado hasta que llega al indicado: la cáscara de una sandía como máscara que oculta su identidad, tema motriz que dialoga y reflexiona entre colores, bosques y bailes toda la historia del libro.  

Así, lo interesante de la propuesta de Sol Undurraga en este álbum narrativo es la manera amable, sencilla y espontánea en que se resuelve el miedo de Chuleta respecto a que les demás animales no lo aceptarán, pues al contrario de su pensamiento, todes les animales al verlo sin la máscara-cáscara de sandía lo acogen por igual sin discriminar ni juzgar sobre su supuesta ferocidad animal. A raíz de lo anterior, Chuleta se integra al grupo y pasa a ser de manera natural parte del colectivo que sigue en la festividad celebrando la amistad, la empatía y honrando la diferencia, a través de una sana comunidad de animales que comparten alrededor del zorro, comiendo sandía.

Para finalizar, El zorro chuleta es un álbum que propone probar las zonas visuales, discrusivas y temáticas que atañen en la actualidad a la infancia como son la inclusión, discriminación y el vegetarianismo como degustador de palabras en su máximo juego y sabor.